¿QUÉ ES LA RESILIENCIA DE UNA CIUDAD?

Conforme los riesgos y la población de las ciudades aumentan, el concepto de resiliencia urbana gana más importancia. Y es que una ciudad resiliente aumenta su capacidad para afrontar los daños y los periodos de recuperación de cualquier desastre potencial.

¿Sabías que, actualmente, el 50% de la población global vive en ciudades y que se prevé que esta cifra aumente al 70% para el 2050?

Este dato es de sumo interés porque no cabe duda que las ciudades son centros de innovación e inversión, y son fundamentales para el crecimiento económico y el desarrollo. Sin embargo, las ciudades y sus habitantes también se enfrentan a más desafíos, debido a los efectos de la urbanización masiva, el  cambio climático, los desastres naturales o provocados por el hombre, o la inestabilidad política.

En este sentido, cada vez cobra más relevancia el concepto de resiliencia que, definido por ONU-Habitat, se describe como “la habilidad de cualquier sistema urbano de mantener continuidad después de impactos o de catástrofes, mientras contribuye positivamente a la adaptación y la transformación”.

Una ciudad resiliente, por tanto, evalúa, planea, actúa para preparar y responder a todo tipo de obstáculos, repentinos o paulatinos, esperados o inesperados. De esta forma, está mejor preparada para proteger y mejorar la vida de sus habitantes, garantizar el desarrollo, fomentar un entorno para la inversión y conducir al cambio positivo.

 ¿POR QUÉ RESILIENCIA EN LAS CIUDADES?

Según datos de ONU-Habitat, durante la última década, los desastres naturales han afectado a más de 220 millones de personas y han causado un daño económico de $100,000 millones de dólares cada año. Sin inversiones significativas para hacer que las ciudades sean más resilientes, calcula que, para 2030, los desastres naturales podrían costar a las ciudades en todo el mundo $314,000 millones de dólares cada año, mientras que el cambio climático podría llevar a 77 millones más de residentes urbanos hacia la pobreza.

Pero el organismo de desarrollo también aporta otros hechos y cifras que encienden los focos amarillos:

  • 200 millones de personas viven en líneas costeras, apenas 5 metros arriba del nivel del mar.
  • 18 de las 20 ciudades más grandes del mundo y 88% de la población mundial están en el hemisferio norte, donde las temperaturas aumentan más rápidamente.
  • 42% de las pérdidas económicas en viviendas se debe a inundaciones y 25% a terremotos.
  • 97% de las ciudades en los países en desarrollo no cumplen con los estándares de calidad del aire, y 49% en países desarrollados.
  • Alrededor de 15% de la población mundial vive en países vulnerables y afectados por conflictos.

En medio de estas señales de alarma, ONU-Habitat brinda una buena noticia: “60% de los nuevos asentamientos urbanos aún no se han edificado, lo que representa una gran oportunidad para construir ciudades resilientes”.

¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE UNA CIUDAD RESILIENTE?

ONU-Habitat trabaja de la mano de los gobiernos locales, que son los más cercanos a los ciudadanos, para incrementar la resiliencia de las ciudades a los impactos naturales y a los provocados por el hombre. Según el organismo, las características de una ciudad resiliente deben ser:

  • Persistente: Anticipa los impactos, se prepara para las crisis y las tensiones actuales y futuras.
  • Adaptable: Considera los riesgos previsibles, acepta la incertidumbre actual y futura.
  • Inclusiva: Protege a cada persona de cualquier impacto negativo.
  • Integrada: Está compuesta e influida por sistemas indivisibles, interdependientes e interactivos.
  • Reflexiva: Entiende que su sistema y sus alrededores cambian continuamente.
  • Transformadora: Adopta un enfoque proactivo para construir resiliencia con el fin de generar un cambio positivo.

El organismo de la ONU hace ver que, aunque la resiliencia urbana toma múltiples formas, debe buscar las mejores condiciones de vida para las personas, sobre todo para aquellas en situaciones vulnerables. Y concluye que promover la resiliencia “debe significar reducir riesgos, aumentando las capacidades y disminuyendo la fragilidad para implementar soluciones efectivas”.

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